sábado, 18 de abril de 2009

Frases o fragmentos con "toque"(III): Michel Houellebecq, Las Partículas Elementales

No sé por qué terminé leyendo algún libro de este francés, lo que sí sé es que en su momento (hace unos años) mi estado de ánimo era el idóneo para leer sus novelas pesimistas, nihilistas y llenas de personas que parecen no saber muy bien qué sentido tienen sus vidas, o que sí creen saberlo suponiendo que son los seres más desgraciados e infaustos de la tierra, gente que ha perdido la capacidad de sentir y ve como la vida transcurre al margen de ellos, y ante ellos. A veces uno lo pasa mal y necesita leer algo así, novelas donde la gente también lo pase mal, un poco como para descubrir una salida, o más bien una justificación.

Así que ahí van unas frases (por cierto, tengo pendiente leer más novelas suyas)

...sentía que se formaba en su interior otra convicción, inquebrantable: en conjunto, la naturaleza salvaje era una porquería, repugnante; en conjunto, la naturaleza salvaje justificaba una destrucción total, un holocausto universal; y la misión del hombre sobre la tierra era, probablemente, ser el artífice de ese holocausto.

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¿Cómo explicarles que necesitaba amor? ¿Cómo explicárselo sin el collar de hojas?

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Iba a vivir lo que hubiera que vivir.

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Bruno y él tenían veinte años y ya se sentían viejos. La cosa iba a seguir: se sentirían cada vez más viejos, y se avergonzarían de ello.

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Era lo peor; iba a tener que pasar por lo peor. Tendría que haberse sentido feliz; sólo tenía veintiocho años y ya me sentía muerto.

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...sentía compasión, y quizá era el único sentimiento humano que podía experimentar. En cuanto al resto, una reserva glacial había invadido su cuerpo; realmente ya no podía amar.

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El humor no nos salva; no sirve prácticamente para nada. Uno puede enfrentarse a los acontecimientos de la vida con humor durante años, a veces muchos años, y en algunos casos puede mantener una actitud humorística casi hasta el final; pero la vida siempre nos rompe el corazón. Por mucho valor, sangre fría y humor que uno acumule a lo largo de su vida, siempre acaba con el corazón destrozado. Y entonces uno deja de reírse. A fin de cuentas ya sólo quedan la soledad, el frío y el silencio. A fin de cuentas, sólo queda la muerte.

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...creo que era el ser más triste que había conocido en mi vida, y aún así la palabra tristeza me parece demasiado suave; más bien debería decir que había en él algo destruído, completamente arrasado. Siempre tuve la impresión de que la vida era una carga para él, que ya no sentía el menor vínculo con ninguna cosa viva.



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