Así que el viernes en sí, tendremos que llegar al sitio, en el coño de dios más o menos, a tres horas de viaje desde aquí.
Pero cuando lleguemos, podremos comer, dejar las cosas en la habitación, comer y por la tarde tenemos un paseíto a caballo por la montaña. Vale que no es muy aventurero, pero a mí me hacía ilusión, jeje.
Al día siguiente, empezamos a las once y media o así con la sesión de rafting, y como Carlos ya ha hecho una vez, no me da nada de miedo (miento, un poco sí). Una foto de la misma empresa con la que vamos nosotros.

Pero tenemos la noche para dormir, porque al día siguiente, a las 9 de la mañana concretamente, iremos a hacer escalada si todo va según lo previsto.
Así que, tras ese domingo glorioso, nos iremos a dormir, supongo que medio muertos de cansancio, agarraremos la cama y dormiremos como si lo fuesen a prohibir.
De momento no puedo explayarme mucho, por el sencillo motivo de que aún no hemos hecho nada de eso, pero cuando volvamos ya daré la brasa.
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