viernes, 3 de julio de 2009

Las Memorias de Wild Bill Hickok (un adelanto)

(Aunque todavía no llevo mucho, aquí dejaré uno de los primeros capítulos del libro para que podais apreciar el estilo de uno de los libros del oeste de Mr. Matheson. Con todos vosotros, unos párrafos - traducidos por mí, of course - de "The Memoirs of Wild Bill Hickok" [Las Memorias de Wild Bill Hickok]. Sé que no es mucho, pero tampoco quiero colgar aquí nada demasiado largo, sólo un pedacito en el que se puede adivinar el tono de toda la novela... el de autobiografía extraña, no sé cómo definirlo. Lo que sí puedo decir es que el libro se estructura en capítulos con un título descriptivo, donde el narrador, el propio Wild Bill, nos cuenta la verdad y toda la verdad de su vida, muy alejada de la leyenda que se forjó a su alrededor. Todavía no lo he terminado, así que no puedo emitir opinión sobre el libro en su conjunto, sólo puedo decir que me gusta lo que he leído)



MI INTENCIÓN, SABIA O TODO LO CONTRARIO



Yo, JAMES BUTLER HICKOK, SER DE MENTE ESTROPEADA Y

cuerpo ruinoso, por la presente declaro lo que pretendo conseguir escribiendo este informe.




En resumen, una presentación de la verdad; los detalles de mi vida tal como ocurrieron, y no como muchos creen que ocurrieron.



Durante más de quince años, comenzando después de la guerra, mantuve un diario de mis actividades, día tras día. Era, es triste decirlo, algo en cierto modo para autojustificarme, si no ya directamente una exaltación de mí mismo. Lo releí hace poco y descubrí que sería un buen pasto para las vacas. Con sensibilidad, le acerqué una cerilla.



Tengo treinta y ocho años, y es hora de dejar un registro verídico de mi vida. A pesar de mi edad nada venerable, tengo la sensación de que estoy cerca del final de mi camino. Es, por consiguiente, ahora o nunca.





Si lo que revele ofende o da un disgusto a aquellas legiones que me han, a través de los años, dado forma en sus mentes como una especie de icono, un dios con dos pistolas subido en un pedestal – bueno, lo siento; mis disculpas. Pero la verdad es la verdad y los hechos son los hechos y eso no lo puedo cambiar de ninguna manera.



Para empezar, entonces, retrocedamos en el tiempo hasta mi niñez.







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