miércoles, 15 de julio de 2009

Algo para los revendedores... de Charles Bukowski (traducción)



(Me encanta coger poemas y traducirlos, meterme en el ritmo y el estilo de cada autor, intentar ceñirme a su manera de contar las cosas. Y claro, es más fácil traducir uno que de por sí, no rima en absoluto. Espero que os guste, y espero que después de haber pasado por mis manos, siga siendo Bukowski. Así que para quien la quiera, regalo esta traducción)


Algo para los revendedores, las monjas, los dependientes de supermercados, y para ti…


tenemos todo y no tenemos nada

y algunos hombres lo hacen en iglesias

y algunos hombres lo hacen partiendo mariposas

por la mitad

y algunos hombres lo hacen en Palm Springs

metiéndosela a rubias mantecosas

con almas de Cadillac

Cadillacs y mariposas

nada y todo,

el rostro fundido en la última bocanada

en un sótano en Corpus Christi.

hay algo para los revendedores, las monjas,

los dependientes de supermercados y para ti…

algo a las 8 de la mañana, algo en la biblioteca

algo en el río,

todo y nada.

en el matadero viene por

el techo colgado de un gancho, y lo balanceas –

una

dos

tres

y entonces lo tienes, muerte por valor de 200$

carne, sus huesos contra tus huesos

algo y nada.

siempre bastante pronto para morir y

siempre demasiado tarde

y el golpeteo de la sangre en la palangana blanca

no te dice nada en absoluto

y los enterradores juegan al póker sobre

el café de las 5 de la mañana, esperando que el césped

rechace la escarcha…

no te dicen nada en absoluto.


tenemos todo y no tenemos nada –

días con bordes de cristal y el hedor imposible

del musgo del río – peor que mierda;

días tablero de ajedrez de movimientos y contra movimientos,

interés cansado, con tanto sentimiento en la derrota como

en la victoria; días lentos como mulas

cargados con la escoria y hoscos y cegados por el sol

subiendo por un camino donde un loco se sienta esperando entre

urracas azules y cucaracheros cazados y chupando cocaína

buenos días también de vino y gritos, peleas

en callejones, piernas gordas de mujeres esforzándose alrededor de

tus entrañas enterradas en gemidos,

las señales en plazas de toros como diamantes gritando

Madre Capri, violetas emergiendo de la tierra

diciéndote que olvides los ejércitos muertos y los amores

que te han robado.

días en que los niños dicen cosas divertidas y brillantes

como salvajes intentando enviarte un mensaje a través

de sus cuerpos mientras sus cuerpos todavía están

lo bastante vivos como para transmitir y sentir y correr arriba

y abajo sin cerraduras ni cheques ni

ideales ni posesiones ni

opiniones de cucaracha.

días en que puedes llorar todo el día en

una habitación verde con la puerta cerrada, días

en que puedes reírte del panadero

porque sus piernas son demasiado largas, días

de mirar los setos…


y nada, y nada, los días de

los jefes, hombres amarillos

con mal aliento y pies grandes, hombres

que parecen ranas, hienas, hombres que caminan

como si la melodía nunca hubiera sido inventada, hombres

que piensan que es inteligente contratar y despedir y

sacar beneficios, hombres con mujeres caras que poseen

algo así como 60 acres de terreno para perforar

u ostentarlo o para aislarlo

del incompetente, hombres que te matarían

porque están locos y lo justifican con

la ley, hombres que permanecen en pie ante

ventanas de 30 pies de ancho y no ven nada,

hombres con yates de lujo que pueden navegar alrededor

del mundo y aún así nunca salen de

los bolsillos de su camisa, hombres como caracoles, hombres como anguilas, hombres

como babosas, y ni siquiera tan buenos…

y nada, cogiendo tu último cheque

en un puerto, en una fábrica, en un hospital, en un

portaaviones, en unos salones recreativos, en

una barbería, en un trabajo que no querías

de todos modos.

impuesto sobre la renta, enfermedad, servilismo, brazos

rotos, cabezas rotas – todo el relleno

sale como de una almohada vieja.


tenemos todo y no tenemos nada.

algunos lo hacen lo bastante bien durante un rato y

luego se relajan. la fama les puede o el disgusto

o la edad o la falta de la dieta apropiada o tinta

alrededor de los ojos o hijos en la universidad

o coches nuevos o espaldas rotas esquiando

en Suiza o nuevos políticos o nuevas esposas

o simplemente el cambio natural y el declive –

el hombre que conociste ayer aguantando diez rondas o bebiendo durante tres días y

tres noches al lado de las montañas Sawtooth ahora

simplemente es algo bajo una sábana o una cruz

o una piedra o bajo un error sencillo,

o llevando una biblia o una bolsa de golf o un

portafolios: ¡Cómo se van, cómo se van! – todos

los que pensaste que nunca se irían.


días como éste. como tu día de hoy.

puede que con la lluvia en la ventana intentando

llegar a ti. ¿qué ves hoy?

¿qué? ¿dónde estás? los mejores

días son algunas veces el primero, a veces

el de en medio e incluso algunas veces el último.

las parcelas vacías no están mal, las iglesias de

Europa en las postales

no están mal. la gente en

los museos de cera congelada en su mejor esterilidad

no está mal, es horrible pero no está mal. el

cañón, piensa en el cañón, y la tostada para

el desayuno el café lo bastante caliente para que

sepas que tu lengua todavía está allí, tres

geranios fuera de una ventana, intentando ser

rojos e intentando ser rosas e intentando ser

geranios, no sorprende que a veces las mujeres

lloren, no sorprende que las mulas no quieran

subir la colina, ¿estás en una habitación de hotel

de Detroit buscando un cigarrillo? un buen

día más. un poco de eso. y mientras

las enfermeras salen del edificio al terminar

su turno, habiendo tenido suficiente, ocho enfermeras

con nombres diferentes y lugares diferentes

a donde ir – caminando sobre el césped, algunas de ellas

quieren chocolate y un periódico, algunas de ellas quieren

un baño caliente, algunas quieren un hombre, algunas

de ellas rara vez piensan nada en absoluto. suficiente

y no suficiente. arcos y peregrinos, naranjas

alcantarillas, helechos, anticuerpos, cajas de

pañuelos de papel.


en lo más decente a veces el sol

hay humo ligero emergiendo de las urnas

y el sonido enlatado de viejos aviones de guerra

y si entras y pasas el dedo

por la cornisa de la ventana encontrarás

suciedad, puede que incluso tierra.

y si te asomas y miras afuera

estará el día, y mientras tú

envejeces te quedarás mirando

te quedarás mirando

succionándote la lengua en un pequeño

ah ah no no puede ser


algunos lo hacen con naturalidad

algunos obscenamente

en todas partes.

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