martes, 8 de septiembre de 2009

Libros leídos en 2009 (XXIII): Nocturna, de Guillermo del Toro y Chuck Hogan


FICHA TÉCNICA

Precio: 22 €

ISBN: 978-84-8365-148-3

Fecha de publicación: junio de 2009

Formato: 15 x 23

Páginas: 560

Género: thriller, terror

Hay libros que la gente, por norma general, se lee porque lo ha escrito tal o cual celebridad. En este caso el nombre estrella es el del director de cine mexicano Guillermo del Toro. Pero ojo, hay un coautor, Chuck Hogan, del que me ha sido bastante difícil encontrar información sobre sus trabajos previos.

El libro empieza interesante, una situación impactante y que engancha. ¿Qué pasa con el avión que se ha “apagado”? ¿Qué oculta la oscuridad que hay dentro? Evidentemente ya sabemos lo que ha pasado, o nos hacemos una idea pues este libro ha tenido una fuerte campaña de marketing y también se ha difundido como la pólvora por medio del boca a boca. Todos (o casi todos) sabíamos cuando tuvimos el libro en las manos, que era un libro de vampiros.

Y a mí me encanta el tema de los vampiros. Desde el vampiro forrado de pasta y que se transformaba a placer en lo que quisiese, en Drácula, hasta los snobs y en cierto modo amanerados vampiros de Anne Rice, pasando por las bestias pardas de Salem’s Lot, de Stephen King, y tantos otros. Por eso pensé, bueno, pues si va de vampiros no hay fallo, porque me va a gustar. Pues bien, sí y no.

Como dije, el principio me gustó mucho, me tuvo intrigada durante unas, no sé, cien páginas. Al principio, y antes de conocer a los personajes más “a fondo” las situaciones se suceden, y las escenas son rápidas y efectivas, el ritmo bastante trepidante y la narración no se detiene en los personajes más de lo necesario.

Y es que los personajes son uno de los puntos débiles (para mí) de este libro. Son planos, estereotipados, no caen bien, ni mal, ni nada. Los malos son muy malos y muy de folletín, y los buenos son buenos, buenísimos, de prístinas intenciones y obras intachables. Me resulta casi difícil recordar ahora mismo (pues han pasado unas 3 semanas desde que terminé el libro) quien era quien y qué hacía. El protagonista, o supuesto protagonista, Ephrain, es más soso que otra cosa, y lo único que recuerdo ahora mismo de él es que bebía leche (¡!). Casi peor es su compañera de desventuras, Nora, de la cual no recuerdo nada de nada, porque de su personalidad tampoco es que se dejase entrever demasiado. Y qué decir de esa mala copia de Van Helsing, el viejecillo vendedor de antigüedades que lo sabe todo sobre los vampiros y lleva años preparándose para luchar contra ellos. De los demás que salen (el hijo de Eph, la ex mujer, el exterminador de ratas) poco hay que destacar, pues son meras comparsas. De los malos no hay mucho que decir tampoco, hay un malo-malo que sale ocasionalmente y más a menudo al final, hay un malo que ayuda al malo-malo, y se comportan, pues eso, como malos típicos.

Otra cosa fastidiosa de este libro es la mala narración. Exceso de adjetivos que lastra mucho el ritmo, descripciones tediosas… pero bueno, puedo poner un ejemplo y así no tengo que explicarlo más.

Eldritch Palmer esperaba sentado en una silla dura, confortado por la suave brisa nocturna. La única luz directa provenía de una lámpara de gas situada en un rincón. La terraza estaba en la última planta de la más baja de dos construcciones contiguas. El piso era de baldosas de barro cuadradas, desgastadas por el tiempo y la intemperie. Un escalón bajo precedía a un muro alto en el costado norte, con dos arcos grandes de hierro forjado. Un mosaico de baldosines terracota acanalados remataba la pared y los salientes a cada lado. Las puertas de la residencia estaban a la izquierda, al fondo de unos arcos más amplios. Detrás de Palmer, quien se encontraba junto a un muro de cemento blanco en el costado sur, había una estatua de una mujer sin cabeza enfundada en una túnica, los hombros y brazos oscurecidos por las inclemencias del clima. La hiedra crecía en la base de la estatua. Aunque se veían algunos edificios más altos al norte y al este, el patio era bastante privado, una terraza tan escondida como pocas en el Bajo Manhattan.
Insoportable, ¿verdad?

Hay otras cosas en el libro que me hicieron hasta gracia, como por ejemplo cuando los escritores se prodigan enumerando marcas comerciales, supongo que para hacer más cercano el libro al que lo lee. Por ejemplo, en un mismo párrafo, eran capaces de soltar Blackberry, Volvo y no recuerdo qué otra marca y quedarse tan anchos. Vamos, lo que viene siendo un recurso típico que recordamos de otros libros, como American Psycho. La diferencia es que allí tenía un propósito, que era el de mostrarnos que el protagonista se encontraba dominado por un mundo de apariencias y de superficialidad. Aquí, sólo sirve para aburrir o provocar una sonrisa.

El idioma es confuso. Es decir, es mexicano… o, no, es español neutro… mexicano, español. Y uno piensa, claro, es que Guillermo del Toro es mexicano, tendrá que tener abundancia de términos locales. Pero resulta que no, que el libro fue escrito en inglés y luego traducido. Chapuceramente, a mi juicio, pues en un mismo párrafo son capaces de soltar auto y coche y también se quedan tan anchos. Qué malas las prisas, y posiblemente, una traducción compartida por varios traductores, bastante de chichinabo por cierto …

Y para los curiosos, términos y palabras que me sonaron peor que mal: halar (no lo había escuchado ni leído en mi vida, y mira que he leído gente de México), sobreviviente (¿qué tal superviviente?), entraron en pánico (pues a mí me entra cagalera de leer esta expresión), apagamiento (¿?), ellos escucharon (por la forma verbal ya suponía que no sería que nosotros escucharon, ¡fallote de traducción!), estamos enfrentados a un tipo (¿quizás nos enfrentamos a un tipo? ¡otro ejemplo de fallote de traducción!), algunos conductores sonaron la bocina (¡uff!), la cabeza traqueó (¿qué es eso?), equipos noticiosos de televisión (suena fatal), folclore (folklore de toda la vida)… y así podría seguir, pero sólo apunté lo más destacable. Fallos de traducción y de los otros había a montones, para dar y regalar. Y estas cosas distraen de lo que realmente importa, que es la historia.

Aparte de todo esto, el libro en su conjunto me pareció flojo. Empieza bien, se desarrolla de forma tediosa, y la parte final, en donde sobra la acción y pasan muchas cosas, se me hizo aburrida… ¡aburrida! Los personajes se reúnen y se separan de forma completamente arbitraria y a la vez, previsible. En ningún momento alguno de ellos me cayó simpático, o sentí empatía. Son planos y previsibles, parecen calcos de otros personajes de cualquier otro libro. La historia, parece vulgar y poco trabajada. Y la escritura, chapucera y como de principiante, sin ningún interés por escribir bien o transmitir algo. Creo que es un libro que no se comería nada si no llevase el nombre de Guillermo del Toro en la tapa, sinceramente. Aunque también hay que reconocerle, como he leído por ahí, que aporta una visión novedosa de los vampiros. Hasta qué punto es novedosa es discutible, pero sí aporta detalles nuevos, por lo cual tiene el beneficio de ser un libro curioso en algunos aspectos, aunque tremendamente decepcionante en muchos otros.
Pero claro, como todo esto se ha hecho con una gran visión comercial y no sólo por amor al género literario de terror, ya en este primer libro anuncian que es la primera parte de una trilogía (la Trilogía de la Oscuridad, parece ser que se va a llamar), de la que seguro harán una serie de televisión o películas. Que no esperen que yo las vea… porque no sé si leeré siquiera los otros dos libros. Ya bastante cuesta arriba se me hizo este.

6 comentarios:

  1. Bueno, ya veo que a tí, como a mí, tampoco te ha gustado mucho XDD

    ResponderEliminar
  2. PUes tomo nota. Parece que pinta bien.

    ResponderEliminar
  3. Claro, Juanjo, lo mejor es que lo leas y juzgues por ti mismo. ;D
    Divertimento, Al, habéis dado en el clavo. No me ha gustado mucho. xD

    ResponderEliminar
  4. Pues tengo verdaderas ganas de leerlo, pero no se....

    ResponderEliminar
  5. La traducción al catalán haría salir de su tumba a Pompeu Fabra para atiborrarse de ajos y golpearse con cruces.

    ResponderEliminar